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Novena de Navidad - Día 9

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Novena de Navidad - Día 9

 

En este tiempo cercano al nacimiento del Redentor del mundo, esta Novena se ofrece como ayuda para que cada hermano tenga, a través de la palabra de Dios, una oportunidad de interiorizar su relación con Dios y el prójimo.

 

Lectura: Lucas 2,1 – 20

Nacimiento de Jesús y visita de los pastores.

Por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronarse todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Mientras estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el albergue. Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el ángel del Señor, la gloria del Señor los envolvió en su luz y se llenaron de temor. El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial que alababa a Dios diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.» Cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vamos a Belén a ver lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado.» Fueron a toda prisa y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como se les había dicho.

Palabra de Dios

 

Reflexión

Así como José y María no encontraron sitio para que Jesús naciera, es posible que tampoco haya sitio en nuestro corazón para que hoy nazca Jesús. Si estamos llenos de odio, amargura, resentimiento o rencor, no “hay posada” para Jesucristo, no hay un pesebre humilde donde “dar albergue” a nuestro Redentor.

En "un rincón”, en el "último sitio”, ha nacido el Salvador. Él ha ocupado el último lugar, y sólo allí puede nacer en un corazón arrepentido, porque ha dicho David: “Un corazón contrito y humillado tú no lo desprecias” (Sal. 51, 19b ).

Luego, fue envuelto en pañales y acostado en el pesebre anunciando ya su muerte y muerte de cruz. Así lo vio San Pablo cuando dijo: "El cual siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó a sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló así mismo obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre que esta sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre”. (Cfr. Flp. 2,6-11). Por eso, nosotros, al ser la causa de este amor divino, junto con los ángeles, podemos cantar: “Gloria a Dios en las Alturas y en la tierra paz a los hombres en quien él se complace” (Lc. 2,14).

 

* Del libro Novena de Navidad (Juan Carlos Fernández E.)

Acerca del Autor

Administración de la Parroquia San Ignacio de Loyola